Como Red Mayense, integrada por pueblos mayenses de Campeche, Yucatán, Chiapas, Quintana Roo, tras nuestra reunión llevada a cabo los días 18 y 19 de noviembre de 2021 en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, nos reconocemos como semillas, la semilla es el pueblo, las semillas son seres vivos; somos una milpa diversa y cuando hablamos de la milpa, hablamos de la vida porque la milpa es caminante como nosotras y nosotros los hombres y mujeres de maíz.
Nosotras, nosotros como guardianes y guardianas de semillas nos pronunciamos en contra de la cooptación de nuestra espiritualidad indígena por parte del Estado. Denunciamos que es un acto de burla que el gobierno federal y otras entidades usen las sagradas ceremonias mayas para violar y saquear a la Madre Tierra, simulando pedir permiso para sus megaproyectos extractivos que solo traen violencia y muerte en nuestros territorios. Nos es doloroso ver cómo nuestras palabras originarias ahora son usadas como bandera para seguirnos despojando de nuestros territorios y saberes. Este despojo de nuestra espiritualidad por parte del Estado es una cara más de la violencia sociopolítica que lastima y se burla de nuestra cosmovisión indígena.
Por lo anterior, nos oponemos y denunciamos la violencia y guerra contra nuestros pueblos, contra la imposición de megaproyectos de muerte como el mal llamado tren maya, el programa sembrando vida, las mega granjas porcícolas y avícolas, la agroindustria que impone un modelo de producción que nos envenena, la carretera de las culturas, el corredor interoceánico, los polos de desarrollo, el mega turismo, cambios de uso de suelo y falsos ordenamientos territoriales, entre muchos proyectos impuestos con su falsa y violenta idea de desarrollo y bienestar. Exigimos un alto a los hostigamientos contra las comunidades que ejercen su derecho a la defensa de su territorio.
Nos oponemos a tratados internacionales como la UPOV, leyes nacionales y estatales, que buscan la privatización de las semillas, que atentan contra nuestra cosmovisión, nuestra vida y dignidad; y criminalizan el derecho a ser campesinas y campesinos, el derecho a ser pueblo, el derecho a la autonomía y la libre determinación que tenemos como pueblos indígenas.
Las semillas son herencia de nuestros antepasados, las creencias y la espiritualidad son un medio de conexión con la milpa, parcela o solar, el maíz es el pilar fundamental para nuestra alimentación y el sustento de nuestras vidas, la milpa camina con la familia, con el pueblo que la va sembrando. Sabemos que para hacer la milpa hay que estar organizadas y organizados al igual que para defender nuestro territorio.
Como Red Mayense, integrada por pueblos mayenses de Campeche, Yucatán, Chiapas, Quintana Roo, tras nuestra reunión llevada a cabo los días 18 y 19 de noviembre de 2021 en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, nos reconocemos como semillas, la semilla es el pueblo, las semillas son seres vivos; somos una milpa diversa y cuando hablamos de la milpa, hablamos de la vida porque la milpa es caminante como nosotras y nosotros los hombres y mujeres de maíz.
Nosotras, nosotros como guardianes y guardianas de semillas nos pronunciamos en contra de la cooptación de nuestra espiritualidad indígena por parte del Estado. Denunciamos que es un acto de burla que el gobierno federal y otras entidades usen las sagradas ceremonias mayas para violar y saquear a la Madre Tierra, simulando pedir permiso para sus megaproyectos extractivos que solo traen violencia y muerte en nuestros territorios. Nos es doloroso ver cómo nuestras palabras originarias ahora son usadas como bandera para seguirnos despojando de nuestros territorios y saberes. Este despojo de nuestra espiritualidad por parte del Estado es una cara más de la violencia sociopolítica que lastima y se burla de nuestra cosmovisión indígena.
Por lo anterior, nos oponemos y denunciamos la violencia y guerra contra nuestros pueblos, contra la imposición de megaproyectos de muerte como el mal llamado tren maya, el programa sembrando vida, las mega granjas porcícolas y avícolas, la agroindustria que impone un modelo de producción que nos envenena, la carretera de las culturas, el corredor interoceánico, los polos de desarrollo, el mega turismo, cambios de uso de suelo y falsos ordenamientos territoriales, entre muchos proyectos impuestos con su falsa y violenta idea de desarrollo y bienestar. Exigimos un alto a los hostigamientos contra las comunidades que ejercen su derecho a la defensa de su territorio.
Nos oponemos a tratados internacionales como la UPOV, leyes nacionales y estatales, que buscan la privatización de las semillas, que atentan contra nuestra cosmovisión, nuestra vida y dignidad; y criminalizan el derecho a ser campesinas y campesinos, el derecho a ser pueblo, el derecho a la autonomía y la libre determinación que tenemos como pueblos indígenas.
Las semillas son herencia de nuestros antepasados, las creencias y la espiritualidad son un medio de conexión con la milpa, parcela o solar, el maíz es el pilar fundamental para nuestra alimentación y el sustento de nuestras vidas, la milpa camina con la familia, con el pueblo que la va sembrando. Sabemos que para hacer la milpa hay que estar organizadas y organizados al igual que para defender nuestro territorio.